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El exterior del Cinema Paradiso de Wanaka nos invita a adentrarnos en él | Xabier V.
Quien viaja a Nueva Zelanda siente un gran vacío al abandonar esas tierras. Algo esconde en sus enaguas y no os hablo exclusivamente de su fantasioso paisaje. En esta ocasión os quiero presentar un lugar al que le guardo un especial aprecio. Se trata del Cinema Paradiso de la localidad de Wanaka, en la región de Otago de la isla Sur. Es un cine diferente, de andar por casa, de sentirte la persona más dichosa del mundo por un par de horas.
Apenas llevaba 4 o 5 días en el país y para ese tiempo ya conocía la hospitalidad de los kiwis. Al principio viajé haciendo autostop y, en un día lluvioso donde la noche me abrazó inesperadamente, una familia me acogió en su casa ofreciéndome un techo y un plato caliente con el que aplacar los ronquidos de mi estómago. Por el camino hice una parada en el Lake Tekapo, un monumento a la naturaleza que también me trajo consigo una de las mejores amistades que conservo de mi aventura. Esa camarada, a la que el destino me uniría en más de una ocasión, me habló de esta sala que rendía culto al séptimo arte.
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En Cinema Paradiso de Wanaka, en Nueva Zelanda, no hay cabida para las palomitas | Xabier V.
En esta ciudad me fundiría con un amigo que partió sin billete de vuelta a casa, pero eso sería al día siguiente de mi escaramuza. La jornada la comencé a primera hora, al alba, barriendo mis legañas con el resplandor del intenso azul del lago proveniente del derretir de los glaciares. Mi objetivo fue realizar el track al Mount Roy, probablemente las mejores 8 horas de mi experiencia montañera. A la vuelta, con las fuerzas abatidas y la extrema lasitud encadenándome a la ducha caliente de por vida, decidí levantar mi culo del mullido colchón del albergue en dirección al Cinema Paradiso.
Nada más llegar, el contoneo de sus caderas me erizó la piel. En el interior, unos ordenadores se posaban en las mesas de un rechoncho cibercafé. De igual modo, las patas sostenían unas sencillas mesas donde poder degustar un tentempié acompañado de una bebida caliente. Al fondo, enfrente de la entrada, unas camareras me sonreían desde el otro lado de la barra del bar. En los laterales, unas pizarras me chivaron el menú del día y, sin tiempo para preguntar, la decisión salió a borbotones de mi boca; como si tuviera prisa, como si no me creyera que podía comer y beber mientras veía la película.
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La gula se apodera de nosotros al ver la pizarra del Cinema Paradiso de Wanaka | Xabier V.
Una pizza y una cerveza. ¿Acaso había alguna duda?
Los cines cuentan con una única sala. Por consiguiente, la oferta cinematográfica no es muy amplia. En mi caso, la elección estaba clara: Invictus, la película de Clint Eastwood basada en el libro de John Carlin. Ver a Morgan Freeman en la piel de un recién nombrado presidente Nelson Mandela no tenía precio; sobre todo cuando el telón de fondo lo ocupaba el mundial de rugby de Sudáfrica de 1995. Cabe recordar, para quien se encuentre en fuera de juego, que el rugby es el deporte nacional de Nueva Zelanda, así que convergían todos los ingredientes necesarios para pasar una velada de ensueño.
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Los pósteres de antaño decoran la sala de proyecciones del Cinema Paradiso | Xabier V.
No quise averiguar el aspecto del Cinema Paradiso por Internet. Bien hice. La sorpresa al abrirse las puertas del local fue mayúscula. Me habían hablado de ello aunque mi imaginación, vaga como pocas, no había hecho sus deberes. Me sentí como un niño de 5 años dispuesto a descubrir los regalos el día de Navidad. La cristalera de mis pupilas se iluminaron como un faro, como el faro de Cape Reinga pese a no conocerlo todavía. Mis piernas se olvidaron de la fatiga y corrieron raudas a elegir el acomodo más exclusivo.
Sorteé sofás de dos y tres plazas, sillones de cuero e incluso alguna butaca con más años a sus espaldas que Jordi Hurtado al frente de “Saber y ganar”. Lo mío fue amor a primera vista, un visceral flechazo que me partió el alma en dos. No hizo falta ninguna llave para agrietar el portón, el coche estaba abierto. Giré la manivela y me inmiscuí en el acolchado asiento trasero del descapotable. Me imaginé junto a mi pareja en uno de esos ciclos de verano de otra época, en la oscura extremidad de un descampado inundado de gemidos; ajenos y propios, melancólicos y apasionados.
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Ver una película desde un coche en una sala de cine no tiene precio | Drbakker
Me acuerdo perfectamente. La cinta de la película sonaba a vieja y estaba quemada, creando por momentos la sensación de estar ante una sesión doble en blanco y negro. Regreso al futuro. A mitad de la función se encendieron las luces. Hora del descanso, como antiguamente sucedía en los cines de los pueblos. Perezoso, arrastré la arena que conformaba el desierto de mi cuerpo hasta el mostrador de la cafetería. Tal y como había reservado, allí me aguardaba, impaciente, una torta de pan engalanada con toda clase de accesorios, envuelta en un vestido de novia crujiente. Con apremiante celeridad, dirigí mis pasos al vehículo amarillo; no, sin antes, coger al vuelo la lata de cerveza.
Poco me importaba ya la sonrisa castiza de Matt Damon. Engullí la pizza de un mordisco, con los pies apoyados sobre el volante; vacié la cerveza de un trago, como era mi deber. En ese preciso instante me sentí el rey del mundo. Era feliz y, a tenor de los rostros que divisaba desde el espejo retrovisor, el resto de espectadores también lo eran. La humeante sonrisa de sus cafés los delataba.
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Sentirte como en casa es algo que el público de Cinema Paradiso agradece | Xabier V.
Cinema Paradiso se ha hecho famoso. Los focos lo apuntan por haber sido incluido dentro de la guía Lonely Planet. Si queréis otro nicho igual, la extensión de vuestro salón donde acampar a vuestras anchas, os recomiendo otro rincón de fantasía: Arrowtown, la aldea impasible.
Más información | Cinema Paradiso
A vista de pájaro | Google Maps
En Viajeros Blog | Maraehako Bay Retreat, un alojamiento único en Nueva Zelanda
El artículo Cinema Paradiso, el cine de andar por casa de Wanaka, Nueva Zelanda aparece primero en Blog de viajes y turismo | Viajeros Blog.